Donnerstag, 10. Oktober 2013

Capítulo 8

—¿Sí?
—¿Tom?
—¿Quién habla?
—Hola, soy Alice.
—¿Alice?
—Alice Townsend
—Sí, sí, lo supuse, pero...
—Disculpa, ¿con quién hablo?
—Ali, soy Bill
—Oh, jaja, lo siento, Tom dijo que este era su número.
—¿Qué?—¡gilipollas!— ¿...qué pasó?
—Tengo un zippo extra en mi auto, lo dejaste la otra noche.
—Creí que lo había perdido.
—Pues, te lo puedo llevar a tu casa si quieres.
—No, no es necesario. Yo lo voy a recoger
—En media hora llego a mi casa. Donde te veo?
—¿Te molesta si voy a tu casa?
—Mmm, no, no hay problema.
—¿Me pasas tu dirección?
—Sí, claro— la muchacha le pasa su dirección.
—Nos vemos ahí, adiós.
—Adiós.

Luego de una hora, Alice se encontraba buscando el zippo de Bill en su habitación. Abrió un cajón de su buró y encontró el zzipo con un extraño diseño y lo guardó en su bolsillo. Su celular le avisó que tenía un nuevo mensaje.

SOS, LLÁMAME

Mensaje de Megan. La pelinegra marcó rápidamente el numero de su amiga. Al responder oyó un sollozo agudo.

—Megan, ¿qué pasó? ¿Estás bien?—soltó exasperada.
—Ali!—gritó en respuesta— yo estoy bien, mi mamá... sufrió un... accidente y la están trasladando al hospital central— sollozó
—Santo Dios, Meg, estoy saliendo hacia allá, no te desesperes ¿ok? Todo va a estar bien.
—Es... Esta bien, Ali ven pronto por favor...

Ambas colgaron. Alice cogió las llaves de su auto preparándose para salir en seguida. La bocina de una auto sonó y con este, se oyeron algunos gritos afuera. Alice se asomó a la ventana de su habitación y un Audi negro estaba estacionado frente a su puerta y unas chicas estaban al rededor haciendo tumulto. Dentro del auto, naturalmente, se encontraba Bill Kaulitz, concentrado en su celular, al parecer llamando a alguien. “Pero ¿qué carajos...?" Pensó. Rapidamente bajó las escaleras cogió una cazadora negra y escuchó su a sonar nuevamente sonar, avisando una llamada entrante.
—¿aló?— casi gritó
—¿Podrías salir?—soltó avergonzado. La muchacha, muy nerviosa terminó la llamada. Salió corriendo para subir al asiento del copiloto, mientras recibía miradas curiosas, de asombro, algunas envidiosas y algunos insultos en murmullos.

—¿POR QUÉ DEMONIOS ESTAS MUJERES ESTÁN AQUÍ? 
—Lo lamento, te juro que no sabía que me estaban siguie...—Ali estaba claramente pálida tenía que salir de ahí para ir al hospital. Rápidamente sacó de su bolsillo el encendedor del chico.
—Aquí tienes lo que buscabas— dijo nerviosa. Mientras se oían más gritos y golpes a las ventanas, lo que hacía que la ansiedad de la recién llegada aumente.
—Gracias.
—Okay, adiós— dijo disponiéndose a abrir la puerta. Bill cerró automáticamente las cuatro puertas del vehículo. Ella lo miró asombrada y molesta, no estaba para bromas estúpidas.
—Alice, no te conozco mucho, um, pero puedo darme cuenta que estás nerviosa y créeme, que no te dejaré ir así.
—¡ENTONCES LLÉVAME AL HOSPITAL CENTRAL, NO PUEDO PERDER MÁS TIEMPO!
—Ey, tranquila—dijo mirándola por un segundo y encendiendo el auto para ponerlo en marcha mientras trataba de no atropellar a ninguna fanática desquiciada. 
—Cuéntame ¿que pasó?
—¿Ahora te preocuparás por mí?
—Solo trato de ser amable ¿sí? Tampoco me trates como un trapo.— Ella no respondió por un largo momento. 
—La madre de mi mejor amiga está en el hospital— susurró, casi sin poder creérselo.
—Oh... Y sabes si está bien?
—A eso precisamente estoy yendo.— dijo cortante
—No tiene caso hablar civilizadamente contigo...— se encontraban en la avenida principal y el tráfico estaba algo pesado, por lo que avanzaban cada minuto y medio aproximadamente. 
—¿Tienes algunos—se interrumpió, pensó que ya lo había dejado— ... cigarros?— quiso decirle que si ella hubiese ido sola, probablemente ya había llegado a CHMC (California Hosítal Medical Center)
—¿Fumas?— Lo pensó nuevamente— Lo siento, abre esa puerta, hay algunos Malboro mentolados y Winston.
—Okay.
—¿Me enciendes uno?— Ali le pasó el que acababa de encender y encendió otro para ella.
—Supongo que está con su familia.
—¿Qué?— respondió, estaba absorta en sus pensamientos y preocupada por su amiga.
—Megan
—¿Puedes ser más claro?
—Digo que supongo que tu amiga ya le avisó a su padre o su familia.
—Su madre es su única familia... — dijo con la voz quebrada. — tiene tíos pero creo que viven en Boston.
—¿Sus abuelos o...?
—Nadie, su mamá tuvo problemas con su poca familia y se mudaron a Los Ángeles porque Meg ganó una beca aquí. De su padre, no se sabe nada más que el apellido. Ni siquiera sé si tenga seguro... ¡Mierda, acelera, por favor!

Finalmente, luego de algunos minutos llegaron a su destino. A pesar de la negativa de la española, Bill decidió acompañarla. Se pudo lentes de sol del tamaño de la mitad de su rostro para mayor comodidad, a pesar de que el sol estaba a punto de ocultarse.

—Meg dice que está en el cuarto piso.
—Vamos.
—¿Por qué estás haciendo esto?
—Solo no quiero que estén solas ¿ok? Sé lo difícil que es cuando no hay nadie más con quién contar.— Esa afirmación bajó un tanto el enojo que sentía la pelinegra. Subieron el ascensor sin soltar ningún comentario. Se detuvieron en el piso indicado, Alice salió corriendo en busca de su amiga en la sala de espera. Cuando finalmente la encontró y se acercó a ella, ésta rompió en llanto, sin decir nada la abrazó y fue justo lo que la castaña necesitaba. Sin embargo, nada podía disminuir el dolor y la preocupación del que Megan se sentía presa. Nadie dijo nada a cerca de la presencia de Bill en la sala, puesto que él solo le dio un apretón en el hombro en señal de apoyo.

—¿Qué pasó exactamente?— preguntó dudosa Ali.
—Ella venía del trabajado en un taxi y una furgoneta que se pasó a luz roja... impactó justo donde ella estaba sentada, en la parte trasera. Los doctores y enfermeras dijeron que es un milagro que siga viva después del un accidente de tal magnitud...
—Y el conductor del taxi?
—Él tiene algunas contracturas, casi nada. La más afectada, naturalmente, ha sido mi mamá. Por eso ahora está en la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos).
—Iré por un café, ¿alguien quiere algo?— Ofreció Bill. Megan negó lentamente con la cabeza y una media sonrisa en modo de agradecimiento.
¿Podrías traer un Latte para mi por favor?— pidió la pelinegra. —¿Segura que no quieres ni agua?— esta vez le pregunto a Meg.
—De acuerdo solo un poco, por favor— murmuró mirando al muchacho.
—No hay problema— dijo incorporándose del pequeño sofá donde se encontraba —Ya vuelo— anunció antes de dirigirse nuevamente al ascensor.
—Veo que tu novio es muy servicial
—Ja-ja, ni en estos casos puedes dejar de ser tú, Meg— dijo blanqueando los ojos y negando lentamente con la cabeza. Luego de unos minutos Bill estaba con las bebidas calientes y el agua de Meg en la sala de espera.

—Familiares de Phoebe Collins— dijo de pronto un hombre canoso con lentes que vestía bata blanca y llevaba un estetoscopio colgando de su cuello. Megan, Alice y Bill se pusieron de pie inmediatamente.
—Ya... ya puedo verla?— preguntó dudoda la hija de la mal herida.
—...





Hola, ufff, luego de más de un año... La verdad no sabía si seguir o no, es más aún ni siquiera lo sé. Peeero si alguien aún quiere saber que pasa con esta humilde historia que dé señales de vida, por favor... ☺
Adiós 



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